25 de octubre de 2010

500 palabras

Voy a intentar expresar lo que me pidió Hugo (el propietario de este periódico) en 500 palabras. Ya lo he intentado en otros cinco textos, pero me es imposible. Por eso mejor malgasto mis preciadas 500 palabras, intentando explicar, por qué no puedo explicar lo que no puedo explicar en 500 palabras.

Hugo me pidió que contara un poco cómo es que funciona el tema de los parques recreativos en España (vivo en España hace unos tres años largos), a razón de un debate que tuvimos en Facebook (página de Internet para el que no sepa) por la pérdida indiscutible del pueblo del parque de recreación El Edén, pero me dijo que tenía solo 500 palabras para contarlo.

Desde entonces intenté explicar por qué hay parques de ese tipo —en buenas condiciones— por montones en las ciudades españolas, pero me es imposible porque tendría que explicar tantas cosas... Como por ejemplo contar por qué se creó la unión Europea y para qué se creó. Me tocaría contar por ejemplo, que esos parques son el orgullo de cada cartilla trimestral de los ayuntamientos (alcaldías para nosotros) que reparten a cada ciudadano, diciendo que se hizo tal parque en tal zona, y que en la inauguración reparten bocadillos (o empanadas, si quieren) y hacen concierto. Y es que en 500 palabras no caben todos los sentimientos frustrados que tiene un tebaidense, al ver cómo es que acá a los políticos no les duele gastarse la plata en parques para los niños. Que les gusta reforman las fachadas de los edificios públicos, que pintan las calles, que renuevan las señales de tránsito, que tapan los huecos, que hacen mantenimiento a todo, y que son conscientes que le tienen que explicar a cada ciudadano en qué se gastan sus impuestos, y por eso le envían la cartilla casi que rogándoles para que los elijan en el próximo periodo de gobierno, porque si no responden, para la calle se van.

Es que 500 palabras no llegan para contar que, esos parques solo existen no porque los políticos les dé la gana de crearlos —y cuidarlos—, sino porque la gente lo exige, y lo hace porque la ley española lo estipula (la colombiana también) y que si no lo hacen se van para la calle y eligen a otro que sí cumpla la ley. Así de simple. Pero como todo eso no cabe en 500 palabras, mejor cuento en las 97 que me quedan que, el parque El Edén es casi lo único de ese tipo de cosas que tenemos como tebaidenses, y debemos recuperarlo mediante la gestión política de algunos que sí les interesa, y pensar en líderes (como Carlos Echeverry) que lo tengan como prioridad, sería una iniciativa muy decente, o como mínimo civilizada.

Ya había escrito por este medio antes, y sé que es muy difícil que la gente de a pie lea lo que no se puede decir en 500 palabras. Si quiere cuéntelas, ésta es la número 500: Piénselo.

Parque El Edén La Tebaida (Q)

Especial para La Razón - La Tebaida, Q


12 de octubre de 2010

Sobre el papel funciona

Gráfico5.

Sobre el papel funciona, pero es evidente que algo está fallando en La Tebaida, (Q)

Colombia y su propio Gran Hermano

Si el primer poder de un país es el Ejecutivo, el segundo y tercer poder son el Legislativo y Judicial, a los medios de comunicación le corresponde el cuarto lugar en esta línea. En Colombia, existe un gran interés del primer poder por controlar los demás, con especial énfasis en el cuarto. Actualmente, el país está controlado casi totalmente por estos dos poderes —el primero y el cuarto— mientras los otros están en un rango de menor relevancia desde un punto de vista general.

La novela de George Orwell, 1984, nos enseña que para que la estrategia de su Gran Hermano tenga efecto en una población determinada, tiene que contar con tres elementos pilares: El primero es el poder de persuasión a una comunidad específica, que se ejerce a través de un medio de comunicación masivo impuesto por un gobierno totalitario; el segundo es el poder de control, que se efectúa mediante una entidad llamada la Policía del Pensamiento, que se encarga de vigilar y descubrir quiénes no piensan a favor del partido oficial, utilizando mecanismos tecnológicos como micrófonos y cámaras para espiarles; y el tercer elemento es el poder de castigo, que se aplica a todas las personas descubiertas que no están de acuerdo con el pensamiento oficial, son tratados como traidores, terroristas, y son desaparecidos, en ocasiones clandestinamente y otras estratégicamente publicitadas para causar miedo general y de esta forma, hacer prevalecer el orden general.

Queda sentado en la novela que, esta situación es el desenlace de un periodo de guerra de la nación en cuestión (Inglaterra), que continúa en ella, y que tiene un enemigo claro que combatir (Eurasia), siendo ese el motivo para justificar toda esa tiranía en una ilusión de resistencia. Todo eso remite en una aceptación obligada de la población gobernada por una sola persona (el Gran Hermano) y un partido, los cuales tienen todas las soluciones, que pasan por la continua guerra contra el eterno enemigo.

Desde esta perspectiva, Colombia cumple con todas estas características. Tenemos una guerra interna que ha mutado en muchas formas, desde la independencia de la nación hasta el presente. El actual enemigo son las guerrillas que nacieron a mediados del siglo pasado, oficializadas como grupos narco-terroristas. Existe una persona que da todas las soluciones al conflicto interno, representada por la figura de Álvaro Uribe Vélez —quien gobernó el país por los últimos 8 años, y no pudo continuar debido a un fallo negativo de la Corte Constitucional—, autor intelectual de la seguridad democrática, (su política de gobierno) y ahora es representado por su sucesor directo Juan Manuel Santos, quien se postuló como el candidato continuista de su gobierno, teniendo como consigna propia, la prosperidad democrática.

A partir de estas determinantes —La guerra contra el eterno enemigo, el líder con su partido, y la aceptación de su pueblo—, se dan todas las basas para que funcionen los tres pilares del Gran Hermano.

El primero, el poder de persuasión. En Colombia existen varios canales de información, pero los más populares son de carácter oficialistas y apoyan incondicionalmente al gobierno. Los más importantes son RCN Noticias, en el cual es director en su cadena radial, el ex vicepresidente inmediato Francisco Santos, que también es primo del actual presidente de la Republica, —mezcla del primer poder con el cuarto—, y el periódico El Tiempo, casa editorial fundada, igualmente, por la familia del actual presidente.

El segundo, el poder de control. Es noticia actual en el panorama nacional que en el anterior gobierno se realizaron acosos, hostigamientos, y espionajes a varias personas que no están de acuerdo con el pensamiento oficial del gobierno, operaciones popularmente conocidas como “chuzadas”. Entre estas personas están Hollman Morris y Daniel Coronell, periodistas muchas veces tildados de auspiciadores del terrorismo, aunque se muestren independientes en su papel. También fueron víctimas de estos acosos, entre otros, políticos, sindicalistas, y hasta a la propia Corte Suprema de Justicia. Estos operativos fueron realizados por el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad).

El tercero, el poder de castigo. Según la organización Reporteros Sin Fronteras*, Colombia es uno de los países con más violación a la libertad de expresión, quedando reflejado en los altos índices de desapariciones de periodistas, políticos, sindicalistas y personas naturales, que no están de acuerdo con el pensamiento oficial del gobierno. Para no ir más lejos, la muerte del famoso humorista político Jaime Garzón fue asumida por las fuerzas de ultraderecha AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), grupo armado al margen de la ley, constantemente vinculado al inmediato gobierno anterior.

De esta manera queda demostrado que Colombia está bajo un régimen de Gran Hermano.

Cabe resaltar que a diferencia de la novela, todas estas características son delitos en Colombia tímidamente perseguidos, ya que la nación está enmarcada dentro de una estructura democrática a ojos del mundo, donde no hay espacio para una dictadura oficialmente reconocida, no obstante, se cumplen cabalmente.