26 de mayo de 2012

Colombia no tiene sentido

De cómo nos absorbe el país del cual somos y al cual no queremos pertenecer. Sobre esto quería escribir hace rato, pero no sé cómo abordarlo: es que no lo entiendo muy bien. No es algo que se pueda analizar tan fácilmente, por lo menos no para mí que me toca pertenecer a un sistema que no solamente no quiero, sino que me cuesta mucho respetarlo.

Llegué de España convencido de que entendería mucho mejor esta sociedad colombiana después de absorber otra cultura, que se supone es de la cual provenimos, y que entendiendo nuestras raíces me asimilaría mejor en la cultura resultante, que es la mía, pero no es así. Colombia no tiene sentido. No respetamos nada, ni las raíces, ni las nuevas pautas de globalización, ni el sentido común de la modernidad, ni mucho menos del presente mundial.

Pero he identificado dos cosas, que como es lógico acá, no tienen sentido ni valor ni nada por ser redundantes y según para qué tipo de oídos, rimbombantes, así que ahí van, con más razón:

Primero. La religión tiene absorbido controlado cerrado manipulado corroído y corrompido el pensamiento colectivo de la población. Eso ya lo sabía desde siempre y desde la distancia se nota más y mejor, pero estar de nuevo metido en el fango del cristianismo, catolicismo o evangelismo (para mí es la misma mierda con diferente olor) más tercos y oficialmente establecidos que nunca, es agobiante además de desgastante. Es desesperante. Todos, todos, todos son religiosos convencidos y es increíble que no haya un pequeño espacio para una duda al menos. Para preguntarse ese ¿por qué? tan famoso que ha marcado la historia de la evolución humana. De eso no se ve acá.

Y segundo. Por lo regular, casi con el mismo convencimiento de la existencia de un dios, la gente está convencida de que la política no sirve para nada, que es algo que simplemente pasa en una parte virtual y escrita del país (en los noticieros y los periódicos) y que no afecta para nada y de ninguna forma nuestras vidas. Que la vida es la de acá, la que sucede al rededores de Bogotá y que lo de allá no sirve para nada.

*Es decir: creen, se educan y se defienden firmemente en el mundo (imaginario) de los padrenuestros y avemarías y no el mundo (real) de la economía, la sociedad y la política.* 

La lista de anomalías y patologías socioculturales es larga y cansada. Podría seguir con el machismo medieval, el chouvinismo férreo, la cultura reguetonera, la ranchera y los Shots, la cultura de la telenovela, los anglisismos asumidos, el uribismo —ahora solapado—, el conservadurismo o el impresionante pasotismo respecto a la guerra interna. Son cosas que se dan todas juntas y en casi todas las personas (contradicciones, siempre, siempre contradicciones). Pero qué va, pareciera que ésto solo me importara a mí, y que viviera en un mundo abstracto que solo sucede en otro mundo que no es éste: el de afuera, donde todo no es como acá, «que la cosa acá es más dura y complicada» (se defienden).

Quiero resistir, pero no he encontrado la fórmula correcta. De eso sí estoy seguro. Por ahora solo funciona una, que es la misma que utilicé antes de irme, y consiste en encerrarme en la Internet, donde se vuelve virtual el mundo real, o viceversa, ya no lo tengo claro, como dije arriba.

Lo triste de mi caso, es que después de no estar viciado por estas incongruencias, después de haber pensado que lo superé en cinco años de exilio voluntario, y de equivocarme al pensar que podría entenderlo tan bien que lo podría volcar a mi favor, me entero de que no es así. La gente que quiero y que he resptado alguna vez me lo contraindican a cada momento. Es difícil aceptar que son así (que yo no soy así), que no van a cambiar y que debo respetarlos, que no debo desmontarlos de sus mundos porque simplemente no me aceptarían. Es jodido enterarse que simplemente no hago parte de ellos, que no hago parte de los míos. Porque el espejo que traje del otro lado del charco ya no me lo reciben a cambio del tesoro que tienen ahora, representado por la ignorancia, que es oro y que los hace felices. Cómo puedo quitarles eso, no tendría sentido, como éste país mismo.