10 de enero de 2014

OMA, Koolhaas y su distopía

En estos días que he contado con tanto trabajo, afortunadamente, he disfrutado la irresponsabilidad de pararme a estudiar al papá de la arquitectura contemporánea, Rem Koolhaas.

Básicamente es un contradictor, porque entiende que la respuesta al mundo en el que estamos debe ser exactamente lo contrario. Es sentido común. Si uno está mal, la solución pasará por hacer lo contrario, o por lo menos algo diferente a lo que se ha hecho hasta ahora.  Lo ejemplifico: si Le Corbusier dijo Planta Libre, él dice planta baja encerrada. Si sus colegas dicen, hay que mimetizarse en el paisaje, él dice a la mierda el contexto. Y sospecho que si John Lennon dijo que la respuesta es el amor, él diría que es el odio. Y así va. Llevando la contraria y acertando.

Además cuenta con la suerte de ser hijo de escritor y nieto de arquitecto. Entonces decidió ser un arquitecto que escribe o un escritor que hace arquitectura, uno elige. También de ser europeo y de llevar en el código genético las cicatrices de las dictaduras, las guerras e injusticias de su historia continental. Entonces, fundado en todo eso, que se resume en conocimiento involuntario, casi instalado de serie, lo que hace es dar un paso adelante, o mejor, a un lado, dejando que el mundo pase de largo y para él poder detenerse a pensar. Los europeos casi siempre han dado el paso correcto hacia la evolución, pero eso sí, después de grandes tropiezos. Koolhaas entendió que ahora Europa está tropezando de nuevo y por eso prefiere pararse a tomar, retomar, calcular, pensar y comunicar. Comunicar creando, sobre todo. Ya lo dicen sus colegas: “OMA funciona como una editorial y él es el editor jefe”. Creo que temprano entendió que que hay ocasiones en las que es mejor no evolucionar sino simplemente pensar, crear y comunicar, y esperar a ver qué pasa. (Y han pasado muchas cosas).

Un ejemplo claro. Él, después de estudiar la arquitectura del Muro de Berlín y realizar su respectivo trabajo académico, le surgió la idea de crear una ciudad dentro de otra ciudad, que consistía en construir dos muros paralelos dentro de Londres e instar a sus habitantes a residir dentro de ellos, dejándolos ser conscientes de que no serían libres. Es decir, lo ciudadanos tenían la libertad de elegir ser prisioneros. Toda una contradicción: una distopía. 

Exodus Project - 1977 (más imágenes aquí)

Este trabajo lo llevó a gozar de reconocimiento internacional, aunque eso no importa ahora. El punto es que él tuvo que inventarse esa ciudad y esa sociedad, y yo, que estoy parado en Colombia en el año 2014, ya resido en esa ciudad y convivo dentro de esa sociedad, si no literal, sí figurativamente. Eso, idefectiblemente me lleva a concluir que, qué entretenido y estimulante sería hacer un trabajo académico desde la arquitectura respecto a la sociedad en la que vivimos, y después, sentarse a esperar a ver qué pasa.

PD. También me parece interesante hacer un análisis sobre cómo en su oficina, Office for Metropolitan Architecture, se articulan tan fuertemente el diseño gráfico y la arquitectura.