Esa chica sensual que engalana nuestros paisajes urbanos con
su leve caminar rodillijunto patiapartado, que con cadencia salsera alegra la ciudad y con sus
vestimentas coquetas se roba la mirada de cuanto viejo verde camina a su
alrededor; esa trigueña bajita, esa blanquita laboriosa, esa rubita de caja,
esa de modos simpáticos y mirada desenfadada, a esa mujer que representa, a
groso modo, más del 90% de la belleza femenina colombiana, y que
inadecuadamente es catalogada como grilla,
a ella, le dedico este elogio que busca enaltecer su existencia en nuestro
panorama nacional.
No hay nada más sexual que un chamizo bien tatuado sobre un
coxis femenino. Simétrico como la naturaleza, encantador como su propio lienzo,
que invita a contemplarle, a acariciarle, a palparlo para apreciar su prolijo
arte y que al no poder hacerlo, se van las ganas detrás de él cuando se baja en
la siempre odiosa
parada del autobús.
Pocas cosas más sensuales, compartirá Usted conmigo, querido
lector, que un par de chanclas bajitas de cuerina blanca y de diseño
minimalista con toques rococó, que por
baratas que sean las firmaría el propio Steve Jobs si hubiera sabido que servirían
a unos hermosos pies, con sus uñas siempre pintadas de colores y formas inocentes, que cualquier hombre
besaría encantado si no fuera porque se van de prisa entrando a alguna tienda
de accesorios brillantes.
Nada, nada se compara a esas blusas ceñidas a su cuerpo moldeado
por la simple naturaleza, con esa grasita animal tan saludable, donde las aburridas
rutinas del gimnasio nunca han intervenido y que cuando avanza en edad tiende a
lucir una leve barriga en una forma redonda pura; sí, esa blusa variopinta, que
a veces va suelta, de mangas asimétricas, de tela lisa transparente que termina
en diagonal sobre la cintura y que deja apreciar esas curvas, a veces convexas
y otras cóncavas, ¡qué importa!, de esa figura femenina que se entrelaza con
pantalón apretado acompañado, a veces por chancla y a veces por bota negra
puntuda, y que se deja adornar, cómo no, por el encanto de las lentejuelas.
Ella, digna egresada de universidad privada clasemedia, oh,
sí, grilla hermosa; esa chica que ya sabe que "Marbelle es una boleta, marica,
qué tal"; que sueña con ser Jessica Cediel en el catálogo de Ela o Laurita
Acuña, flaca mamasita, junto al buenazo de Jota Mario por las mañanas; que admira
a Falcao, "papasito", y que viste la camiseta de su equipo favorito
cuando corresponde, llámese Nacional o América o Colombia, ella, grilla preciosa,
qué pasión tienes, brindo con cerveza Águila por todo lo que eres.
Ella, que en su Facebook aún escribe CoMBiNanDo SimPäaTiCAmeNte
LaS MayUscuLAS y MinUsKulas, Con kas y cus a su antojo, despreciando a la aburrida
ortografía, ¡qué creativa es!
Ella, que tiene todos los méritos estéticos para futura
funcionaria pública y con un poco de suerte podrá ser gobernadora de algún
departamento cafetero.
Ella, que sin esfuerzo alguno contonea sus curvas, a veces
convexas y otras cóncavas, ¡qué importa!, al fabuloso ritmo del reguetón, género musical
tan liberal, como su propia ideología.
Tú, sí, tú, amalgama de virtudes, que cuando te bautizan con
un nombre tedioso lo transformas en algo divertido como Elianis, Luisis o
Lauris para poder estar a la altura de tus amigas Miladis, Yuramis o Yorladis. A ti, bella mujer, que podría seguir adulando
con cientos de características espléndidas, nunca cambies, y si te cuestionan
alguna vez, di con orgullo: "mi originalidad es de mí misma, yo me visto
como yo, yo bailo como yo, yo me expreso como yo" sin miedo ninguno. No
dejes que te estereotipe nadie, sigue así, auténtica, alegre y descomplicada,
porque sin ti, este país no sería tan apreciado por los queridos estadounidenses
y no sería catalogado por los respetados ingleses como el segundo país más
feliz del mundo después de las islas Vanuatu.