17 de agosto de 2024

En fin, sí, era la vida

Y me fui apagando poco a poco. Sí, ya sé que no se debe empezar un texto con la palabra "y", pero ningún texto empieza por el principio, y menos este, que siento que viene de tiempo atrás. En fin, sí, me fui apagando, yo sé que te ha pasado también, en alguna tonta situación, y a mí me pasó en el lapso de un año. 

No sabía lo bien que te hacen las lágrimas. Te refrescan los ojos y el alma también. Lo vi en una película malísima de Hollywood y hablo de memoria: recuerdo a Nicolas Cage sentado en unas escaleras, haciendo de ángel idiota enamorado de Meg Ryan, la mujer perfecta de los noventas, y explicó algo sobre las lágrimas, algo verdaderamente bello. Mírala, siempre vale la pena ver una tonta película de amor, sobre todo ahora que sé, que todos los hombres somos ángeles tontos enamorados de la mujer perfecta. 

El tiempo, y ella, es real, fueron socabando mi espíritu, minando mi confianza, desgastando mi vida. Me gusta echarle la culpa a ella, ¿y por qué no?, la tiene, las personas solemos tener culpa de muchas cosas, y en este caso es de ella, pero da exactamente igual porque es mi responsabilidad. ¿Sabes la diferencia entre culpa y responsabilidad?, ¿no? Pues hay casos en los que resulta que aunque algo no sea tu culpa, sigue siendo tu responsabilidad. Como tu vida, por ejemplo. 

Una noche me encontré haciendo un puente. No sabía en ese momento que era imposible. Todos sabemos que para uno se necesitan dos puntos iguales en altura, y yo estaba tan abajo. Sin cimientos ni estructura.

Antes que esta, intenté escribir una entrada que lo mejor que tiene es el título: el día que fui feliz. Y es verdad, hubo un día, en ese tiempo que fui auténticamente feliz. Pero me di cuenta que no vale la pena describirlo. Aunque no está mal del todo, ¿no?, ser feliz, al menos un día en el mundo, digo yo. 

Lánguido. Llegó el día que lo explicó todo y no entendí nada. No era posible. No era era una bofetada, no era una lección, no era un ajuste de cuentas, era, en el mejor de los casos, una puñalada trapera. Reaccioné. Me sacudí por un momento. Con furia, con furia y dolor, de ida y de vuelta. Yo creí que era el amor, y me equivoqué: era la vida. 


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