5 de febrero de 2012

Días de Sabina

Hay días como hoy que Joaquín Sabina habla por uno. Y al hablar, escribe por uno, siente por uno, declama por uno y canta por uno. Hay días que Sabina tiene todas las licencias para que interprete lo que él quiera, que por fortuna o por desgracia, es lo mismo que uno quiere.

Ese canalla eterno y ese genio sin mesura con precisión de cirujano me ha dejado cicatrices, que cuando son heridas son profundas, pero se cauterizan solas y al momento porque son quemaduras secas, aplicadas con el metal sincero de sus cuerdas vocales.

Hay otros días que después de sufrir por años, ese también curandero disfrazado me ha hecho paños tibios, y ha acariciado mi cabizbaja autoestima mientras me cubría una cicatriz más, o menos, no sé.

En ocasiones me ha hecho reír y me ha dado una palmada en la espalda con una carcajada, y después me ha masajeado el alma con otra verónica. Y en otras, simplemente me ha recordado a Cortázar mientras conducía por una carretera vacía que bauticé con lágrimas.

Y por ejemplo hoy, que es de él, muy a su capricho habló por mí con líneas incompletas:

[...] 
Ahora que tengo un alma que no tenía.
Ahora que suenan palmas por alegrías.
Ahora que nada es sagrado, ni sobre mojado, llueve todavía. 
[...]
Ahora que está tan sola la soledad.
Ahora que todos los cuentos, parecen el cuento de nunca empezar... 
[...]
ahora que el mundo está recién pintado,
ahora que las tormentas son tan breves, 
y los duelos no se atreven a dolernos demasiado...
Ahora que está tan lejos el olvido,
ahora que me perfumo cada día,
ahora que sin saber, hemos sabido
querernos como es debido, sin querernos todavía...

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